Oraciones para el Martes de Hermandad.
Buenas tardes hermanos.
En condiciones normales hoy tendríamos que celebrar la Misa en acción de gracias por los frutos espirituales alcanzados en nuestra Estación de Penitencia.
Aunque no la hemos podido ir físicamente a la Santa Iglesia Catedral con nuestros pasos, sí que lo hemos hecho de forma espiritual, con la oración íntima, las meditaciones que a través de los medios audiovisuales el Señor ha puesto a nuestro alcance, ayudando a nuestros semejantes y quedándonos en casa.
Por eso, en estos momentos en que no podemos reunirnos en la Eucaristía en torno a Nuestros Titulares le damos gracias al Altísimo por las gracias alcanzadas, por conservarnos con salud y en unidad en torno a Él
Consideramos las lecturas de la Misa del día de forma que nos sintamos en Hermandad, al no poder hacerlo de forma presencial.
Aprovechamos este momento para rezar por nuestros hermanos difuntos y aquellos que padezcan alguna dolencia en su cuerpo o en su alma e invocamos el auxilio a Dios Nuestro Señor que es Amor y que presentamos bajo el Socorro de Su Madre, María Santísima, en la forma en que lo hacemos semanalmente:
-Por nuestros hermanos enfermos, especialmente por nuestra hermana Vevi y por aquellos contagiados con el Coronavirus, para que experimentando el misterio de la Cruz sientan también el Socorro cercano y maternal de la Virgen. Roguemos al Señor.
Cristo del Amor escucha y ten piedad de nosotros.
-Por nuestros hermanos difuntos, especialmente por todos aquellos que han fallecido por efecto de esta pandemia, para que el Amor de Dios los acoja bonsadosamente, los purifique con su misericordia y los revista de inmortalidad. Roguemos al Señor.
Cristo del Amor escucha y ten piedad de nosotros.
Terminamos este momento de intimidad todos unidos con la oración del Papa Francisco para rezar por los afectados por el coronavirus:
Oh María,
tu resplandeces siempre en nuestro camino
como signo de salvación y de esperanza
Confiamos en ti, Salud de los enfermos,
que junto a la cruz
te asociaste al dolor de Jesús,
manteniendo firme tu fe.
Tú, salvación del pueblo romano
sabes lo que necesitamos
y estamos seguros de que proveerás
para que, como en Caná de Galilea
pueda volver la alegría y la fiesta
después de este momento de prueba
Ayúdanos, Madre del Divino Amor,
a conformarnos a la voluntad del Padre
y hacer lo que nos diga Jesús
que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos
y se ha cargado con nuestros dolores
para llevarnos, a través de la cruz
a la alegría de la resurrección. Amén.
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
¡Amén!
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