José María Jiménez Oliva pronunciará la Exaltación de la Santa Cruz

El próximo martes 13 de septiembre, a las 20.00 horas, conmemoraremos en la Iglesia Colegial del Divino Salvador la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, culto instituido en las Reglas de nuestra Archicofradía desde el año 1676 y por el que la Iglesia rememora y honra la Cruz en la que murió nuestro Señor Jesucristo.

La liturgia estará presidida por el Rvdo. P.D. Eloy Caracuel García de Toledo, rector de nuestra Iglesia Colegial del Salvador, estando el panegírico a cargo de Fray Juan Dobado Fernández (O.C.D), Prior del Convento del Santo Ángel de la Guarda de Sevilla. A su finalización, N.H.D. José María Jiménez Oliva pronunciará la Exaltación de la Santa Cruz.

Ex hermano mayor de la Hermandad del Rocío de Triana, Jiménez Oliva es uno de los hermanos más antiguos de nuestra corporación. Letrista de sevillanas y compositor entre otros temas de la célebre Salve de la Hermandad del Rocío de Triana, bajo su mandato como hermano mayor de la corporación trianera se impulsó el Proyecta Rebeca, emblema de la Obra Social de la hermandad de la calle Evangelista.

ORIGEN DE LA FIESTA

La fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz que se celebra el 14 de septiembre tiene su origen en Jerusalén. Esta tradición comenzó a festejarse el día en que se encontró la Cruz donde padeció Nuestro Señor.

Hacia el año 320 la Emperatriz Elena de Constantinopla encontró la Vera Cruz, la cruz en que murió Nuestro Señor Jesucristo, La Emperatriz y su hijo Constantino hicieron construir en el sitio del descubrimiento la Basílica del Santo Sepulcro, en el que guardaron la reliquia.

Años después, el rey Cosroes II de Persia, en el 614 invadió y conquistó Jerusalén y se llevó la Cruz poniéndola bajo los pies de su trono como signo de su desprecio por el cristianismo. Pero en el 628 el emperador Heraclio logró derrotarlo y recuperó la Cruz y la llevó de nuevo a Jerusalén el 14 de septiembre de ese mismo año. Para ello se realizó una ceremonia en la que la Cruz fue llevada en persona por el emperador a través de la ciudad. Desde entonces, ese día quedó señalado en los calendarios litúrgicos como el de la Exaltación de la Vera Cruz.

Para evitar nuevos robos, la Santa Cruz fue partida. Una parte se llevó a Roma, otra a Constantinopla; una se dejó en Jerusalén y una más se partió en pequeñas astillas para repartirlas en diversas iglesias del mundo entero.

(La fotografía que ilustra esta información es de Rechi).